La relación entre ciencia, tecnología y ética puede considerarse una relación problemática. Si bien desde hace ya varios años se multiplican los discursos acerca de la responsabilidad social del científico y también sobre cuestiones éticas y bioéticas –tanto en espacios académicos como de divulgación científica–, está claro que esto no implica necesariamente una expansión de la reflexión en torno al desarrollo de la práctica tecnocientífica y su orientación ético-política.
Considero que para que tal reflexión se torne efectiva es necesario, en un primer momento, analizar los conceptos en juego. Porque no siempre está claro qué entendemos por “ciencia”, por “tecnología” y tampoco por “ética”, a pesar de la familiaridad que inviste a tales conceptos. Aún más, es frecuente que la sobreabundancia en el uso de las palabras provoque una suerte de banalización que desgasta su sentido, al punto de convertirlas en cáscaras vacías de contenido aun cuando mantengan intacta su contundencia retórica.
Entre los términos de moda, el de “bioética” y también el de “tecnociencia” –en especial a partir de la publicación en el año 2003 del libro de Javier Echeverría titulado La revolución tecnocientífica– han ganado un espacio interesante en cursos, publicaciones y notas en medios masivos. Ambos pueden resultar útiles a la hora de avanzar en el análisis, pero a condición de que logren escapar de la banalización señalada.
La palabra “ética”, por su parte, requiere también de un análisis que la aleje de estereotipos deontologizantes. Porque un modo eficaz de limitar la ética a la regulación de las innovaciones tecnológicas, pero sin revisión alguna de los supuestos cientificistas de la epistemología clásica, se advierte en la proliferación de “Declaraciones de Principios” o “Códigos de Ética” tales como la “Declaración de Helsinki” (con su última revisión de octubre de 2008) que establecen los deberes y derechos mínimos para desplegar la investigación biomédica.
Y en verdad son mínimos en su vacío formalismo y pretendida universalidad. Una enumeración de deberes básicos y una apelación a derechos abstractos que no rozan siquiera el hecho de que el proceso de producción de conocimiento, en todas las áreas, no comienza con el interés puramente epistémico por conocer la verdad, tampoco con la recopilación de evidencias empíricas. Comienza, en todos los casos, con decisiones ético-políticas.
La ciencia y la técnica, en su imperioso andar, irrumpen en la vida del ser humano, influyendo en su pensamiento, intereses, necesidades y valores. Los potentes adelantos científico-técnicos se convierten, cada vez más, en fuerzas productivas que coadyuvan a la gratificación de los intereses y necesidades de las personas, y al aumento de sus capacidades cognoscitivas.
Ejercicio:
Relación de la Ética con la ciencia y la tecnología
Actividades:
• Resuelve el crucigrama de manera individual.
• Al terminar comparen sus respuestas, de manera grupal.
Competencias Genéricas:
- CG3: Elige y practica estilos de vida saludable.
- CG4: Escucha y emite mensajes pertinentes en distintos contextos mediante la utilización de medios.
- CG5: Desarrolla innovaciones y propone soluciones a problemas a partir de métodos establecidos.
Tomado de:
- http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1684-18242010000100008
- www.vocesenelfenix.com/content/ciencia-tecnologí-y-ética
- http://www.tareasya.com.mx/micrositios/bachillerato_eticayvalores/act_apoyo_etica2.pdf
- https://www.youtube.com/results?search_query=etica+ciencia+y+tecnologia




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